Sí, Odón conocía muy de cerca a Jaime Paz Zamora en la época de la UDP –
era uno de sus guardaespaldas.
Odón nació en 1957 en Miraflores, el lugar de Uncía donde Simón I.
Patiño había construido su gran ingenio, el ingenio Vehemencia. Su niñez fue
acompañada por los tambores de guerra de los poderosos contra los mineros y sus
familias – Odón dice que aprendió en aquellos años a esconderse de las balas
que los helicópteros tiraron desde el aire. Tenía apenas 10 años cuando ocurrió
la masacre de San Juan. Su padre falleció en 1966, su madre quién trabajaba
toda su vida, como palliri, como costurera, como lavandera, logró educar a sus
hijos con mucho sacrificio y aún más cariño.
Después del bachillerato estuvo trabajando como maestro rural en el
campo. Llegó el 17 de julio de 1980 – Luis García Meza hizo su golpe de estado
y centró la represión en las minas. Odón entró en contacto con Vanguardia
Obrera, organización de los mineros de Siglo XX y de una cosa a otra, aprendió
todo sobre la resistencia armada – tuvo la oportunidad de recibir la mejor
preparación que hubo en aquellos años.
En 1982 entró en contacto con el MIR y empezó a proteger a integrantes
del partido – después de que Jaime Paz Zamora tomó posesión de su puesto de
vicepresidente, el 10 de octubre, Odón entró como parte del frente minero a ser
uno de sus guardaespaldas. Cuenta que iban en un Jeep de la marca Toyota, color
blanco, detrás del auto de Jaime Paz Zamora de marca Volvo a diésel. También se
acuerda de un pavo navideño, comida que nunca antes había comido ya que su
familia en Uncía sólo tenía el estricto mínimo.
Su memoria es buena pero tiene problemas con la cronología de los
eventos – en 1985, sufrió un accidente
misterioso que lo había dejado en un coma severo. En aquel momento ya no estaba
al servicio del rostro asado – más de un año antes había dejado ese mundo que
se alejaba cada vez más de la lucha revolucionaria, algo que no le gustó a
Odón. Él se había casado en 1983 con una mujer cuya familia estaba integrada
por fieles militantes del MIR – una de sus cuñadas tuvo que exiliarse a Europa
por sus actividades políticas –y a finales de aquel año, había nacido su hijo.
Entonces decidió dejar la vida de armas e ingresó al magisterio paceño
en 1984. Por tener solamente una experiencia de maestro rural, no pudo
pretender a un ítem de maestro en la ciudad pero se adaptó sin demasiados
problemas al puesto de regente. Solía reunirse con sus colegas el viernes hasta
aquel viernes 6 de diciembre de 1985 cuando, luego de salir de un local en la
avenida Buenos Aires, desapareció.
Su familia lo buscó durante varios días hasta recibir una llamada
telefónica del Hospital Obrero – Odón Mendoza fue ingresado, en estado inconsciente,
a este hospital el miércoles 11 de diciembre de 1985, a horas 12: 30 con el
diagnóstico de politraumatismo y TEC (Traumatismo Encéfalo Craneal). Había sido
encontrado por comunarios en un río fuera de la ciudad y lo curioso de su
ingreso es que los médicos notaron un estado de ebriedad.
Sabiendo que el
cuerpo necesita unas 15 horas para eliminar toda una botella de whiskey, que el
sueldo de Odón no permitió comprar otra cosa que cerveza y tal vez algún vaso
de singani, es absolutamente imposible que ese estado tenga una relación con su
reunión el viernes anterior.
Odón tenía su costumbre – si salió a tomar un trago, iba a la Buenos
Aires, fuera de los viernes no lo hacía y además su familia lo buscó por
supuesto en aquellos lugares.
Si él hubiera pasado varios días a tomar, se hubiera sabido. Nuestra
conclusión es otra: que fue secuestrado y, creyéndolo muerto, dejado en aquel
lugar remoto donde fue encontrado. Ahora bien, él ganaba unos 300 bolivianos al
mes – secuestrar a un regente por dinero sinceramente no valió la pena. Nadie
se había contactado con la familia (que tampoco era rica) y si hubiera sido un
asalto ¿por qué los asaltantes se tomaron la molestia de transportarlo lejos de
la ciudad?
Odón se quedó hospitalizado más de un mes, no se acuerda de Navidad por
lo que su estado de coma ha debido durar más de dos semanas, fue dado de alta el 16 de enero de 1986 – su
fortaleza física y sicológica le permitió retomar paulatinamente su vida
anterior y volvió a ser regente en las escuelas de la ciudad de La Paz.
No recuerda estrictamente nada de lo que pasó entre la reunión con sus
colegas el 6 de diciembre de 1985 y aquel día, entre Navidad y Año Nuevo de
1986, en que despertó. Las enfermeras del Hospital Obrero decían a su familia
que estuvo gritando cuando le tocaban el primer día – algo grave ha debido
pasar con él en los días en que había desaparecido y estos elementos nos hacen
pensar más bien en un secuestro para tener información de y acallar a una
persona.
Después de la UDP, el MIR bailó a
veces con el diablo… Hubo acusaciones y hasta detenciones – en Internet, se
puede encontrar bastante información. Cuál será la verdad…lo cierto es que si hay humo hay fuego y que en un
contexto como el las de los años ’80 la gente de a pie puede fácilmente
quemarse las alas.
No sólo las circunstancias de su accidente de 1985 sino ante
todo lo que se hace con él desde hace septiembre de 1999 nos parece más que
sospechoso: la investigación del crimen contra la niña Patricia Flores es un
ejemplo de cómo manipular una investigación. Y nos llama muchísimo la atención
que Odón fue arrestado con el argumento de mentir sobre su paradero en la
mañana en que la niña Patricia había desaparecido – una de las secuelas de su
accidente, a parte de las cicatrices en su cara y su cuerpo, es justamente su
problema de ordenar cronológicamente los eventos.
Antes de ser detenido como sospechoso principal, un día y medio después
de encontrar a la niña asesinada en el depósito, Odón Mendoza testificó que en
la mañana del 27 de agosto de 1999, había entrado a la escuela junto al
profesor de música a quien había encontrado a media cuadra de la entrada,
comiendo una hamburguesa. Con este testimonio se cayó por completo la hipótesis
de la policía, que Odón Mendoza hubiera secuestrado a la niña en la entrada de
la escuela, la hubiera dejado en el depósito (cuya puerta ni siquiera tenía
chapa…) para luego, cuando todos estaban en sus aulas, volver a ese lugar y victimarla.
La policía verificó esta coartada sólo cinco días después cuando todo estaba
armado para presentarlo como un monstruo a los medios de comunicación. Y, no
tomó en consideración en absoluto que el profesor de música confirmó punto por
punto el testimonio de Odón.
Ese día, 2 de septiembre, los investigadores tenían a su disposición
otras pruebas importantísimas de la inocencia de Odón – el informe de autopsia,
afirmando sin lugar a dudas que la niña falleció el día domingo 29 de agosto de
1999 y la documentación que sus colegas de la división “Familia y Menores”
habían elaborado siguiendo la denuncia de desaparición que habían presentado
los padres de la niña el lunes 30 de agosto. En esta documentación se destaca
de un lado la denuncia misma, describiendo la desaparición de la niña de la
siguiente manera: “el día 27 de los corrientes en horas de la mañana (8:25 -
8:30) en circunstancias en que nuestra pequeña hija de 10 años de edad (...)
fue conducida y dejada en la Escuela Vicenta Juaristi Eguino de esta ciudad, se
extravió, por la referencia que nos dan HABRÍAN VISTO A LA NIÑA CAMINAR POR
INMEDIACIONES de la calle Pichincha e Indaburo, sin que la misma retorne al
hogar, toda vez que por su minoría de edad no conoce las calles (...)". Y
del otro lado, la declaración del padre de Patricia, afirmando que pudo
comprobar que la niña entró en una tienda y “le compró pipocas y se quedó
caminando por el lugar hasta las 09:30 aproximadamente.”
Nos preguntamos desde hace mucho tiempo si son coincidencias o si hay
algo más. ¿Será Odón Mendoza una víctima más de los “errores” del MIR?
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