Ya son algunos
años que se puede ver la serie CSI en Bolivia.
Se trata del
trabajo que hacen los forenses en los Estados Unidos, y se ve como pueden
resolver casos criminales mediante el uso de la tecnología de última
generación. Se aprende mucho sobre las posibilidades de resolver crímenes que
tienen laboratorios del Primer Mundo y un científico trabajando en un
laboratorio criminológico boliviano, al ver todas estas posibilidades que da la
tecnología de siglo 21, tal vez puede sentir algo entre desesperación y envidia.
Sin embargo, hay unos métodos que se pueden utilizar en nuestro país también, que
dan buenos resultados.
Primero la
observación minuciosa de evidencias mediante los microscopios de los buenos
viejos tiempos y, segundo, una tecnología que existe desde hace unos treinta
años y que se llama prueba de ADN.
El ADN está
presente en todas las células de nuestro cuerpo y, salvo en el caso de gemelos
monocigóticos (es decir de un solo óvulo), todos los seres humanos tienen un
ADN diferente.
Lo que permite, a
partir de pequeñas cantidades de material biológico en una evidencia (sangre,
saliva en colillas de cigarrillos etc.), atribuirla con certeza a una persona.
En el CSI se
puede ver como, a partir de restos debajo de una uña por ejemplo, se puede
encontrar, primero, el perfil de ADN de un sospechoso y, después, introduciendo
el resultado en una computadora conectada a un sistema con los datos de muchísimas
personas, lograr saber quién ha dejado estos pequeñitos restos.
Algo parecido
pasó con el caso de la niña Patricia. En 1999, cuando afloró la duda sobre como
la Policía había llevando adelante el caso, el Parlamento decidió pedir ayuda
al FBI para una prueba de ADN. La duda vino de las propias investigaciones de
los científicos de la PTJ (Policía Técnica Judicial como se llamó la FELCC en
aquel entonces). Solamente con las herramientas de siempre, el microscopio y
sus ojos, los científicos bolivianos de la Policía Técnica Científica habían
generado una duda más que razonable sobre la participación de Odón en el
crimen.
Estos científicos
habían analizado lo que los policías trajeron del allanamiento del lugar de
vida de Odón - cuatro cinturones, un folder con manchas rojizas, un pantalón con manchas también
(Odón siempre se viste con ropa de segunda mano que, pues sí, muchas veces
tiene alguna mancha), zapatos, todo tipo de documentos personales y una pequeña
radio – para que fines criminales había servido, nunca lo dijeron y tampoco la
devolvieron...en fin, las pocas cosas de un hombre humilde que trata de ganarse
la vida de manera honesta.
Ya, volvamos
pues al trabajo de la Policía Técnica Científica…los científicos determinaron,
respecto a las manchas en el folder y el pantalón que se trataba probablemente
de sangre pero no pudieron saber más puesto que, para el folder, las manchas
estaban secas desde hace mucho tiempo y para el pantalón, su jefa lo dice así :
“Las sustancias que interfieren en la
determinación de especie son aquellas utilizadas en la limpieza o lavado de la
prenda como ser los detergentes y otros desinfectantes químicos (utilizados en
ropa usada de procedencia americana, como es el caso de dicho pantalón)”. En
otras palabras, hace rato que alguien salpicó este pantalón con sangre, y fue
lavado varias veces después antes de venderlo. Sabiendo que en una prenda que
es lavada cuatro veces o más, no se puede encontrar ADN, los científicos
bolivianos renunciaron a enviar la muestra al FBI – que Odón tenga algo que ver
con los diversos lavados, ni siquiera la PTJ se atrevió a decirlo puesto que
sabía que, 36 horas después de descubrir a la niña asesinada, él ya estaba en
su “custodia”.
Analizar el
folder fue más difícil para los científicos bolivianos, así estaban seguramente
aliviados cuando pudieron transmitirlo al FBI que determinó que se trataba
efectivamente de sangre, sin embargo de sangre masculina…
irónicamente, esta
sangre del folder sirvió a varios jueces y vocales para condenar a Odón – lo estaban condenando por su propia sangre.
En los zapatos,
la Policía Técnica Científica no encontró nada – sin embargo, puesto que, casi
milagrosamente, había aparecido una huella de zapato en una pared del baño de
los chicos, contiguo al depósito donde hallaron a la niña, tuvieron que
analizarla igual.
La PTJ no había hallado
ninguna huella dactilar en toda la escena del crimen pero concluyó que la
huella plantar era la prueba de que el autor del crimen se había escapado por
la pared que tiene una altura de 2,77 metros. Como una persona normal puede escalar
una pared de casi 3 metros sin en algún momento utilizar sus manos, esto, creo
que siempre quedará un misterio.
Sin embargo, los
científicos tuvieron que analizar la huella que había aparecido y concluyeron
que “la contracción y resecación de dicha huella dificultando la presencia de
características individuales como el desgaste, reparaciones, clavos refuerzos
etc., observándose simplemente sus características morfológicos o de género
(diseño de fábrica).” Traducido en lenguaje común, significa que la huella es
tan difusa, que es simplemente imposible encontrar algún punto para identificarla.
Así, de
instancia a instancia, restando valor a todas estas supuestas pruebas, la única
prueba de que habla todavía la parte civil, es decir la madre de la niña así
que sus abogados, es uno de los cinturones donde los científicos de la PTJ observaron
fibras de color rojo y azul. Según la
parte civil, eso prueba que el cinturón fue el arma para cometer el crimen. Sin
embargo, los científicos solamente señalaron que existe "similitud de
color" de las fibras azules con las de la chompa de la víctima y dijeron
además : “En el examen que se realizó en el cinturón de color beige y café no
se encontró restos de tejido”. En un cinturón que sirve a ahorcar a una
persona, necesariamente habrá restos de tejido de la víctima – para la Policía
Técnica Científica, este cinturón no tenía ningún interés para resolver el
crimen, así ni lo mandaron al FBI para examen, ya que sabían que los expertos
allá no iban a encontrar nada que pueda servir para una prueba de ADN.
¿Qué hubieron
hecho los forenses del CIS con este caso? Primero se hubieron fijado en las
prendas de vestir de la víctima, hubieron descubierto que hay una mancha sospechosa en la
falda de la niña, la hubieron analizado y sacado tres diferentes ADN, uno
femenino y dos masculinos. Hubieron comparado con muestras biológicas (de
sangre por ejemplo) que tenían a su disposición y hubieron constatado lo
siguiente : el ADN femenino proviene de la niña y ninguno de los masculinos
corresponde a Odón. Así, a partir de este mismo momento, Odón hubiera quedado
libre, sin tener que ir a la cárcel, sin tener que aguantar todo tipo de
amenazas durante largos años (casi 13 años después, algunas “feministas “, sea
en Bolivia o en otros países como en Colombia o Estados Unidos, siguen
atacándole) y sin tener que enfrentar dos veces ya el peligro de ser linchado.
Para encontrar
al culpable, los forenses de la televisión, hubiesen que ser tan listos como el entonces
Agregado Legal y representante del FBI en Bolivia, Kevin W. Currier – para saber
lo que hizo, refiéranse a lo que escribimos en el Comunicado de Prensa del 26
de octubre del año pasado.
Esta vez no
vamos a hablar del Sr. Emilio Viscarra Pinto, quién había cursado criminología en
España y quién se atrevió a hacer una batería de test psicológicos (así lo llama
él) para “probar” que Odón era un criminal. Lastimosamente, el buen doctor no
estaba a la altura de su tarea puesto que sus pocos conocimientos en psicología
clínica parecen haberle salido de las manos – así, él dice de Odón que es “difórico”.
¿Qué es pues,
esta sintomatología criminal, como él lo dice en su lenguaje de licenciado en
España? Tuve que buscar harto hasta encontrar la palabra “disfórico” que es una
simplificación del término trastorno disfórico
premenstrual…y como dice la última palabra de este síntoma, se aplica a las
mujeres…
Y, tampoco vamos
a repetir mucho más lo que decimos sobre el trabajo de los médicos forenses en
el Comunicado de Prensa. Ellos también, sin tener todas las facilidades que
tienen los médicos forenses del CSI, hicieron un excelente trabajo. Aunque no
pudieron determinar la hora exacta de la muerte midiendo la temperatura del hígado,
tenían a su disposición los conocimientos de siglos de medicina que conoce
perfectamente lo que pasa con nuestro cuerpo cuando morimos. Y, seguro que
ellos no son responsables de la fechoría de los jueces y vocales quiénes, para que
no tengan que cuestionar las invenciones de los investigadores de la PTJ,
seguían escribiendo, por largos años, : Odón Mendoza es culpable de haber
asesinado a la niña Patricia Flores el día 27 de agosto de 1999, cuando la niña
estaba todavía con vida.
No somos actores
del CSI – este caso es un caso real, con personas reales que sufren por que no
tienen paz desde hace tantos años. Ya es hora que termine esto y que se haga
justicia de verdad.