Con fotografías, para facilitar la comprensión de la historia, una presentación en PowerPoint:
https://fr.scribd.com/presentation/383897018/La-Historia-de-una-Injusticia
Justicia en Bolivia - El caso de Odón Mendoza
Odón Mendoza está en la cárcel de máxima seguridad de Chonchocoro en Bolivia a pesar de tener 3 diferentes informes de ADN certificando que no tiene nada que ver con el crimen contra una niña de 10 años, en 1999. En 2009, su condena fue anulada por la Corte Suprema, su proceso fue reabierto en 2012 bajo un Código de los tiempos de la dictadura, abrogado desde hace el 2001, y él fue condenado nuevamente. El presunto autor, cuyo ADN fue encontrado en la muestra vaginal de la víctima, fue absuelto.
domingo, 15 de julio de 2018
miércoles, 3 de mayo de 2017
Cómo hicieron para condenar a un inocente
A las 23:30
horas la noche del 31 de agosto al 1 de septiembre de 1999, se descubre el
cadáver de la niña Patricia Flores de 10 años en un depósito al interior de su
escuela.
Había
desaparecido el viernes 27 de agosto en la mañana, después de que su madre la
dejara en la entrada “un poco antes” de lo acostumbrado, como la Sra. Martha
Velásquez dice hoy. Al momento de encontrar el cadáver, la policía (PTJ) la
estuvo buscando ya que los padres habían denunciado su desaparición el lunes 30
de agosto, alegando que “habrían visto a la niña caminando por inmediaciones de
la calle Pichincha e Indaburo” es decir a unas dos cuadras más abajo de su
escuela.
La
policía determinó en un primer momento que la niña Patricia hubiera fallecido
unos dos o tres días antes de encontrarla, es decir que su fallecimiento
hubiera ocurrido entre sábado y domingo (28/29 de agosto). La autopsia que se
llevó a cabo el miércoles 1 de septiembre y a la cual asistieron los
investigadores de la PTJ, el fiscal a cargo y el padre de la menor, acompañado
de su abogada, determinó finalmente que la muerte ocurrió el día domingo 29 de
agosto.
Ese mismo
día, la PTJ había empezado su investigación y puesto que el gobierno, ante la
conmoción social, le había dado 24 horas para encontrar al culpable, se fijó en
los tres varones que trabajaron en el turno de la mañana – dos profesores y un
regente de nombre Odón Mendoza.
Odón
Mendoza vivía en un hogar para personas con problemas de alcohol con
condiciones muy estrictas – no tomar ni una gota de alcohol y salida
controlada: había permanentemente un policía en la entrada que sólo dejaba
salir los integrantes del hogar cuando presentaron un permiso otorgado por la
dirección. La única excepción fue para Odón Mendoza, un permiso permanente en
las mañanas de lunes a viernes, para ir a trabajar. Tanto la dirección como
varios otros integrantes del hogar testificaron que él estuvo en el hogar el
sábado a la hora de cenar y no salió más, que el domingo se había quedado todo
el día en el hogar, tomando su desayuno, su almuerzo y su cena allí y sólo
salió el lunes a la hora usual para ir a trabajar.
Entonces,
24 horas después de encontrar el cadáver, la PTJ sabía dos cosas: que el crimen
no pudo haber ocurrido el viernes 27 y que iba a ser sumamente difícil
encontrar al culpable. Por eso escogieron a Odón Mendoza – venía de otro lado
(Potosí) y vivía separado de su familia. Empezaron a falsificar las fechas de
sus informes para hacer coincidir la data de la muerte con el escenario que
habían construido: que Odón Mendoza hubiera interceptado a la niña en la
entrada de la escuela, la habría secuestrado en el depósito situado a unos
metros del ingreso y victimada en la misma mañana, cuando todos los alumnos
estaban en sus clases.
Ahora
bien, además de la data de la muerte que excluye por completo esta versión,
Odón Mendoza no entró solo a la escuela sino acompañado por el profesor de
música quien había ya estado trabajando en la escuela y, unos 20 minutos antes
de empezar el día escolar con la formación había salido para comer una
hamburguesa en un puesto cerca a la entrada de la escuela. Al ver llegar a Odón
Mendoza a pie, lo había invitado a compartir su colación y luego ambos
caminaron juntos hasta la secretaría. Y, durante la mañana, Odón Mendoza no
estuvo resguardando la disciplina de la escuela en los pasillos, como era su
tarea, sino estuvo frente a una clase, reemplazando a una maestra que se había
tomado el día libre por estar de cumpleaños.
Por
supuesto que la PTJ no interrogó a posibles testigos…hubo que insistir mucho
para que, más de una semana más tarde, entre al expediente el testimonio del
profesor de música, confirmando todo lo que había dicho Odón. En aquel momento,
él estuvo con detención policial, en abierta violación a la ley que limitó este
tipo de detención sin protección legal a 48 horas – a Odón lo dejaron durante
más de 8 días solo con los policías, casi 200 horas. Durante este tiempo, los
“investigadores” hicieron de todo para que confesara.
Lo
golpearon y cuando siguió insistiendo en su inocencia y ante la falta completa
de pruebas en su contra, tuvieron una idea genial – agarraron un par de sus
zapatos e iban al baño de los chicos, colindante al depósito donde fue
encontrada la niña, para plantar una huella. Hubo algunos problemas ya que
tuvieron que apoyar el zapato contra una pared distante de unos tres metros de
la pared común con el depósito y que la huella no salió muy clara en su primera
tentativa – así que existen unas huellas superpuestas en una pared en un
ambiente diferente, distante de varios metros del lugar donde fue encontrada la
víctima (y que, según varios peritajes no puede ser el escenario primario del
crimen). Sin embargo, esto fue una de las grandes pruebas con los cuales se
condenó a Odón Mendoza en 2014.
El 10 de
septiembre de 1999, Odón fue transferido al penal de máxima seguridad de
Chonchocoro por una jueza de instrucción que determinó detención preventiva sin
poder nombrar un solo elemento de convicción – sin embargo, los altos jefes de
la PTJ habían anticipado cualquier duda sobre este procedimiento con una
conferencia de prensa, unas horas antes, en que presentaron las prendas de
vestir de la niña, con evidentes manchas, y sobre todo un gráfico impresionante
con la fotografía de Odón en el centro. El jefe de la PTJ apuntó varias veces
con un bastón sobre esta fotografía y los periodistas no dudaron – la policía
había encontrado al monstruo. Hubo un montón de artículos con siempre la misma
tonalidad, un desviado sexual, una bestia humana – y por supuesto, se publicó
su fotografía sobre media página.
Sin
embargo, a algunas personas (y especialmente al abogado de oficio que le habían
finalmente asignado a Odón – y cambiado rápidamente cuando este hizo preguntas
incomodas…) les preocupó el hecho de que no hubo pruebas así que propusieron
hacer un análisis de ADN de las varias evidencias que fueron encontradas en el
depósito. Se gestionó una prueba de ADN primero en la facultad de medicina de
Santiago de Chile (donde determinaron los genotipos pero refutaron que había
ADN de Odón en la ropa de la niña) y luego con el FBI.
El
ministro de Educación tuvo que intervenir porque los policías no mandaron nada
a pesar de haber recibido la orden – el jefe nacional, el jefe departamental,
el director de la investigación así como el fiscal a cargo fueron destituidos –
y entre fines de septiembre y mediados de octubre, el FBI recibió por fin
algunas evidencias.
En enero
de 2000, llegó su primer informe parcial con una gran sorpresa – el FBI había
encontrado en la ropa de la víctima el ADN de la hermana de Patricia Flores, de
un sospechoso de nombre Reynaldo Flores Barrera y como contribuyente principal
el de un hombre desconocido. De Odón no hubo ninguna coincidencia en las
evidencias del depósito – el único lugar donde se evidenció su ADN fue un
folder de su pertenencia que la PTJ había incautado porque tenía manchas
rojizas. En aquel momento, Odón Mendoza había declarado haber sufrido un
sangrado nasal unas semanas antes pero por supuesto que no le creyeron. Y, a
pesar de la determinación clarísima del FBI, él fue condenado como el asesino
de la niña Patricia por estas manchas, hasta el 16 de noviembre de 2009 cuando
la entonces Corte Suprema (hoy en día Tribunal Supremo) anuló su condena por
valoración inadecuada de las pruebas.
Lo más
importante, sin embargo, del informe preliminar del FBI fue la información que
el desconocido presunto autor había sido identificado en otro caso también – el
caso de una niña que fue atacada sexualmente un mes después del crimen contra
Patricia Flores y que sobrevivió. Ella pudo decir a la PTJ que el joven que los
policías sospecharon de ser el autor no era la persona que la había atacado,
por lo que decidieron mandar las evidencias del caso también al FBI para
análisis. Y, el presunto autor desconocido fue el mismo en ambos casos. Fines
de enero de 2000, tanto la PTJ como el juez de instrucción sabían entonces de
ciencia cierta que Odón Mendoza no pudo ser acusado por el crimen contra la
niña Patricia pero, en vez de liberarlo, empezó de nuevo una campaña de presión
a través de los medios de comunicación y el juez de instrucción fue cambiado
por una señora de nombre Betty Yañíquez, quién hará todo, hasta hoy en día,
para que Odón termine su vida en la cárcel.
Después de
estos primeros resultados, el FBI decidió hacer una investigación propia y
empezó a interesarse por un violador en serie de niñas quien fue arrestado a
fines de noviembre de 1999 infraganti, José Luis Flores. En abril de 2000,
pidió a la PTJ mande muestras biológicas de él y la jueza Yañíquez, quién lo
sabía, se puso a trabajar en el acto de acusación, llamado Auto Final de
Instrucción. El 4 de mayo de 2000, acusó a Odón Mendoza de ser el autor
del crimen, falsificando declaraciones de testigos.
A fines
de agosto del mismo año, el FBI había terminado su trabajo y mandó un informe
final de dos páginas y media donde explica, paso a paso, cómo hizo su
investigación de casi un año y cómo llegó a la conclusión científica que el
presunto autor del crimen contra Patricia Flores era José Luis Flores. Había
encontrado su ADN en la falda de la niña y, sobre todo, en los dos vellos
púbicos que la PTJ había recolectado en el depósito – de Odón Mendoza dijo que
lo excluía de cualquier vínculo con el crimen.
Los
peritos del FBI se declararon dispuestos a venir a Bolivia a testificar sobre
su investigación y la PTJ apoyó esto, pidiendo al juez nombrado para abrir el
proceso, dar las autorizaciones judiciales necesarias pero este no hace nada.
El proceso se quedó así, Odón Mendoza reclamó en vano la llegada de los peritos
pero finalmente, el Tribunal Constitucional decidió liberarlo en mayo de 2001
por retardación de justicia, dándole así llamadas medidas sustitutivas.
En el
2003 finalmente empezó el proceso, sin que José Luis Flores sea incluido y Odón
Mendoza fue condenado a 30 años de cárcel porque estaría probado que “es un
alcohólico y drogadicto” y por eso habría matado a la niña Patricia Flores el
viernes 27 de agosto. Odón Mendoza presentó apelación y la Corte Superior de
Distrito anuló la sentencia en 2004 porque “no se habría indicado donde tiene
que cumplir su pena”.
El
proceso se quedó así hasta febrero de 2006, fecha en la cual otro juez condenó
una vez más a Odón Mendoza a 30 años de cárcel sin indulto, absolviendo a los
co-procesados, invocando una vez más como fecha del crimen el inverosímil 27 de
agosto y declarando que no podía tomar en consideración la prueba de ADN del
FBI, no porqué estaría dudando sobre los resultados sino sobre la manera en que
las evidencias fueron recolectadas. En el expediente se puede seguir
perfectamente cómo se procedió con estas evidencias, hay listas muy detalladas
de todo lo que fue analizado y no hay ninguna duda sobre como la PTJ procedió
para entregar las muestras al FBI. La así llamada cadena de custodia no fue
rota.
Inicio de
2007, la Corte Superior de Distrito de La Paz confirmó la condena y Odón
Mendoza presentó (siempre en libertad ya que una apelación suspende una
condena) un recurso de casación, detallando las manipulaciones con que fue
condenado. Después de más de dos años y medio, la entonces Corte Suprema (hoy
en día Tribunal Supremo de Justicia) le dio la razón y anuló su condena por
valoración inadecuada de las pruebas de cargo y descargo.
Además anuló
todas las actuaciones judiciales (excepto la sentencia del Tribunal
Constitucional dando libertad condicional a Odón) hasta antes del Auto Final de
Instrucción de la entonces juez de instrucción Betty Yañíquez – lo que abrió la
posibilidad de investigar por primera vez a José Luis Flores. La Corte Suprema
había muy bien analizado el trabajo del FBI (buscando la documentación dispersa
en el expediente) y llegó a la conclusión que José Luis Flores sería pariente
del padre de la víctima. No sería sorprendente ya que la inmensa mayoría de
estos crímenes se cometen en el ámbito familiar pero esto hizo que la madre de
la niña Patricia saliera en lágrimas en la televisión y que su abogada, de
nombre Paola Barriga, acusara a Odón Mendoza (sin ninguna prueba) ser un
corrupto que habría comprado un fallo a su favor.
Lastimosamente,
en un país donde la corrupción judicial es endémica y donde lágrimas de una
madre valen como prueba, esto destrozó por completo todo lo que Odón Mendoza
siempre había afirmado. Unas periodistas, amigas de Paola Barriga
empezaron una campaña para hacer creer al país que la niña habría fallecido el
viernes 27 de agosto dentro de su escuela – la prensa no tiene acceso a los
expedientes judiciales por lo que nunca comprueba las afirmaciones de una parte
en un proceso, pero eso no importó. La Sra. Betty Yañíquez (fines de 2009 una
simple juez) de repente fue nombrada Fiscal de Distrito en julio de 2010,
después de una campaña de prensa contra el entonces jefe de los fiscales de La
Paz e inicio de 2011, el presidente Evo Morales intervino en el caso (eso se
supo sólo en 2012 después de encerrar nuevamente a Odón Mendoza en la
cárcel).
Un juez
de instrucción en lo civil (todos los jueces de instrucción en lo penal se
habían excusado) determinó que tanto José Luis Flores (basándose sobre los
resultados de la prueba de ADN) como Odón Mendoza (excluyendo de tomar en
cuenta las mismas pruebas) serían los autores de crimen, sin poder establecer
un nexo entre ambos. Y decidió también, pasando por alto con soberbia una
sentencia constitucional, que Odón Mendoza tendría que ser detenido
nuevamente.
La
apelación a estas ilegalidades, presentada tres veces, nunca fue atendida y,
después de algunas apariciones mediáticas de la madre de la niña Patricia y su
abogada, se detuvo, ilegalmente, a Odón Mendoza el 23 de marzo de 2012 para
iniciarle un segundo proceso a pesar de tener una sentencia de la más alta
instancia judicial de su país anulando su condena.
Durante
los dos años que duró este proceso, la abogada Paola Barriga estuvo en todos
los medios de comunicación emitiendo mentira tras mentira.
Que el
vello púbico analizado por el FBI sería de Odón Mendoza cuando el informe
final, autentificado y legalizado por las autoridades competentes de Estados
Unidos y Bolivia, indica sin lugar a dudas que es de José Luis Flores.
Que a
este informe, que consta de 2 páginas y media, le faltarían dos páginas que
determinarían que Odón Mendoza sería el autor – la sentencia de 2014 va aún más
lejos en esta perversidad: la jueza escribe que no toma en cuenta dicho informe
puesto que le faltarían TRES páginas (un informe de dos páginas y
media…).
Que se
habría encontrado semen de Odón Mendoza en el guardapolvo de la niña, y unos
meses más tarde dijo también en el panty, cuando el laboratorio forense estatal
IDIF, analizando la gran cantidad de evidencias, tanto encontradas en el
depósito junto a la víctima como prácticamente todas las pertenencias de Odón
Mendoza, excluye por completo un posible contacto entre él y la niña
Patricia.
En un
clima así, ningún juez, ninguna jueza se atrevió a absolver a Mendoza así que
fue condenado porque tiene el mismo grupo sanguíneo (como la mayoría de
los y las bolivian@s) como la víctima y a pesar del hecho que el médico forense
que lo examinó cuando fue arrestado, no encontró ninguna herida.
Fue
condenado porque había lavado su pantalón, donde el IDIF sólo encontró su ADN
de él y de un hombre desconocido.
Fue
condenado por una enfermedad inventada por la jueza (“Balano Prepusitis”) y un
germen (“estafilococo albus”) que es parte de la flora normal de la piel humana
– que seguramente los juzgadores tienen también.
Fue
condenado porque no se lo habría visto en los pasillos de la escuela en la
mañana del 27 de agosto de 1999 cuando estuvo en un aula supliendo a una
profesora, aun cuando existe un testimonio de la otra regente que dijo haberlo
visto en la puerta de dicha aula e indicando que la llamó la atención porque
eso no era el lugar donde solía estar – y a pesar de la clara determinación,
hecha por dos médicos forenses y ratificada por ellos en varios
interrogatorios, que la niña Patricia fue asesinada el domingo 29 de agosto,
probablemente en la tarde.
Odón Mendoza
es solo el hijo de una viuda muy pobre que no paró de trabajar para poder dar
la mejor educación posible a sus hijos – buscaba algún mineral en los restos
que se acumulan en la entrada de la mina, lavaba ropa a mano y fue también
costurera. Una vida de mucho sacrificio y aún más cariño.
Es un
escándalo que en la Bolivia que se hace la campeona de los derechos humanos en
los foros internacionales, se condene a un hombre humilde de esta forma – sin
embargo, Odón Mendoza no es el único. Las cárceles están llenas con personas de
origen humilde que fueron sacrificadas por una justicia de clase que sigue
imponiendo su ley, con toda tranquilidad e impunidad.
martes, 21 de junio de 2016
Odón Mendoza y el rostro asado
Sí, Odón conocía muy de cerca a Jaime Paz Zamora en la época de la UDP –
era uno de sus guardaespaldas.
Odón nació en 1957 en Miraflores, el lugar de Uncía donde Simón I.
Patiño había construido su gran ingenio, el ingenio Vehemencia. Su niñez fue
acompañada por los tambores de guerra de los poderosos contra los mineros y sus
familias – Odón dice que aprendió en aquellos años a esconderse de las balas
que los helicópteros tiraron desde el aire. Tenía apenas 10 años cuando ocurrió
la masacre de San Juan. Su padre falleció en 1966, su madre quién trabajaba
toda su vida, como palliri, como costurera, como lavandera, logró educar a sus
hijos con mucho sacrificio y aún más cariño.
Después del bachillerato estuvo trabajando como maestro rural en el
campo. Llegó el 17 de julio de 1980 – Luis García Meza hizo su golpe de estado
y centró la represión en las minas. Odón entró en contacto con Vanguardia
Obrera, organización de los mineros de Siglo XX y de una cosa a otra, aprendió
todo sobre la resistencia armada – tuvo la oportunidad de recibir la mejor
preparación que hubo en aquellos años.
En 1982 entró en contacto con el MIR y empezó a proteger a integrantes
del partido – después de que Jaime Paz Zamora tomó posesión de su puesto de
vicepresidente, el 10 de octubre, Odón entró como parte del frente minero a ser
uno de sus guardaespaldas. Cuenta que iban en un Jeep de la marca Toyota, color
blanco, detrás del auto de Jaime Paz Zamora de marca Volvo a diésel. También se
acuerda de un pavo navideño, comida que nunca antes había comido ya que su
familia en Uncía sólo tenía el estricto mínimo.
Su memoria es buena pero tiene problemas con la cronología de los
eventos – en 1985, sufrió un accidente
misterioso que lo había dejado en un coma severo. En aquel momento ya no estaba
al servicio del rostro asado – más de un año antes había dejado ese mundo que
se alejaba cada vez más de la lucha revolucionaria, algo que no le gustó a
Odón. Él se había casado en 1983 con una mujer cuya familia estaba integrada
por fieles militantes del MIR – una de sus cuñadas tuvo que exiliarse a Europa
por sus actividades políticas –y a finales de aquel año, había nacido su hijo.
Entonces decidió dejar la vida de armas e ingresó al magisterio paceño
en 1984. Por tener solamente una experiencia de maestro rural, no pudo
pretender a un ítem de maestro en la ciudad pero se adaptó sin demasiados
problemas al puesto de regente. Solía reunirse con sus colegas el viernes hasta
aquel viernes 6 de diciembre de 1985 cuando, luego de salir de un local en la
avenida Buenos Aires, desapareció.
Su familia lo buscó durante varios días hasta recibir una llamada
telefónica del Hospital Obrero – Odón Mendoza fue ingresado, en estado inconsciente,
a este hospital el miércoles 11 de diciembre de 1985, a horas 12: 30 con el
diagnóstico de politraumatismo y TEC (Traumatismo Encéfalo Craneal). Había sido
encontrado por comunarios en un río fuera de la ciudad y lo curioso de su
ingreso es que los médicos notaron un estado de ebriedad.
Sabiendo que el
cuerpo necesita unas 15 horas para eliminar toda una botella de whiskey, que el
sueldo de Odón no permitió comprar otra cosa que cerveza y tal vez algún vaso
de singani, es absolutamente imposible que ese estado tenga una relación con su
reunión el viernes anterior.
Odón tenía su costumbre – si salió a tomar un trago, iba a la Buenos
Aires, fuera de los viernes no lo hacía y además su familia lo buscó por
supuesto en aquellos lugares.
Si él hubiera pasado varios días a tomar, se hubiera sabido. Nuestra
conclusión es otra: que fue secuestrado y, creyéndolo muerto, dejado en aquel
lugar remoto donde fue encontrado. Ahora bien, él ganaba unos 300 bolivianos al
mes – secuestrar a un regente por dinero sinceramente no valió la pena. Nadie
se había contactado con la familia (que tampoco era rica) y si hubiera sido un
asalto ¿por qué los asaltantes se tomaron la molestia de transportarlo lejos de
la ciudad?
Odón se quedó hospitalizado más de un mes, no se acuerda de Navidad por
lo que su estado de coma ha debido durar más de dos semanas, fue dado de alta el 16 de enero de 1986 – su
fortaleza física y sicológica le permitió retomar paulatinamente su vida
anterior y volvió a ser regente en las escuelas de la ciudad de La Paz.
No recuerda estrictamente nada de lo que pasó entre la reunión con sus
colegas el 6 de diciembre de 1985 y aquel día, entre Navidad y Año Nuevo de
1986, en que despertó. Las enfermeras del Hospital Obrero decían a su familia
que estuvo gritando cuando le tocaban el primer día – algo grave ha debido
pasar con él en los días en que había desaparecido y estos elementos nos hacen
pensar más bien en un secuestro para tener información de y acallar a una
persona.
Después de la UDP, el MIR bailó a
veces con el diablo… Hubo acusaciones y hasta detenciones – en Internet, se
puede encontrar bastante información. Cuál será la verdad…lo cierto es que si hay humo hay fuego y que en un
contexto como el las de los años ’80 la gente de a pie puede fácilmente
quemarse las alas.
No sólo las circunstancias de su accidente de 1985 sino ante
todo lo que se hace con él desde hace septiembre de 1999 nos parece más que
sospechoso: la investigación del crimen contra la niña Patricia Flores es un
ejemplo de cómo manipular una investigación. Y nos llama muchísimo la atención
que Odón fue arrestado con el argumento de mentir sobre su paradero en la
mañana en que la niña Patricia había desaparecido – una de las secuelas de su
accidente, a parte de las cicatrices en su cara y su cuerpo, es justamente su
problema de ordenar cronológicamente los eventos.
Antes de ser detenido como sospechoso principal, un día y medio después
de encontrar a la niña asesinada en el depósito, Odón Mendoza testificó que en
la mañana del 27 de agosto de 1999, había entrado a la escuela junto al
profesor de música a quien había encontrado a media cuadra de la entrada,
comiendo una hamburguesa. Con este testimonio se cayó por completo la hipótesis
de la policía, que Odón Mendoza hubiera secuestrado a la niña en la entrada de
la escuela, la hubiera dejado en el depósito (cuya puerta ni siquiera tenía
chapa…) para luego, cuando todos estaban en sus aulas, volver a ese lugar y victimarla.
La policía verificó esta coartada sólo cinco días después cuando todo estaba
armado para presentarlo como un monstruo a los medios de comunicación. Y, no
tomó en consideración en absoluto que el profesor de música confirmó punto por
punto el testimonio de Odón.
Ese día, 2 de septiembre, los investigadores tenían a su disposición
otras pruebas importantísimas de la inocencia de Odón – el informe de autopsia,
afirmando sin lugar a dudas que la niña falleció el día domingo 29 de agosto de
1999 y la documentación que sus colegas de la división “Familia y Menores”
habían elaborado siguiendo la denuncia de desaparición que habían presentado
los padres de la niña el lunes 30 de agosto. En esta documentación se destaca
de un lado la denuncia misma, describiendo la desaparición de la niña de la
siguiente manera: “el día 27 de los corrientes en horas de la mañana (8:25 -
8:30) en circunstancias en que nuestra pequeña hija de 10 años de edad (...)
fue conducida y dejada en la Escuela Vicenta Juaristi Eguino de esta ciudad, se
extravió, por la referencia que nos dan HABRÍAN VISTO A LA NIÑA CAMINAR POR
INMEDIACIONES de la calle Pichincha e Indaburo, sin que la misma retorne al
hogar, toda vez que por su minoría de edad no conoce las calles (...)". Y
del otro lado, la declaración del padre de Patricia, afirmando que pudo
comprobar que la niña entró en una tienda y “le compró pipocas y se quedó
caminando por el lugar hasta las 09:30 aproximadamente.”
Nos preguntamos desde hace mucho tiempo si son coincidencias o si hay
algo más. ¿Será Odón Mendoza una víctima más de los “errores” del MIR?
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